jueves, 10 de mayo de 2007

Nota de Cecilia Merchán publicada en La Voz del Interior

Fuerza centrífuga
Cecilia Merchán
Coordinadora nacional del programa Juana Azurduy.
Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales

Miles de mujeres de todos los tamaños y colores, mujeres académicas y analfabetas, funcionarias, integrantes de organizaciones sociales , de 17 a 80 años, escuchamos con la misma emoción a las Madres de Plaza de Mayo diciéndonos que cuando empezaron tenían solamente el cuerpo como arma para pelear por la vida de sus hijos e hijas.

Esos cuerpos de madres, de mujeres que lloran, que imploran, que insultan, de trabajadoras, de amas de casa que no entendían nada de política, cuerpos de "locas de la plaza". Esos cuerpos, que cuando se encuentran, giran alrededor de un monumento para que no los detengan.

Esos cuerpos que le dieron una fuerza centrífuga a la Plaza de Mayo, capaz de atravesar las fronteras y de convertir a una mujer con pañuelo blanco en la cabeza en un ícono mundial de la lucha por los derechos humanos que hoy, por decisión del presidente Néstor Kirchner, ha sido tomada como lo que siempre debió ser: una cuestión de Estado.

Treinta años se cumplieron por estos días de la primera vez que 14 madres se encontraron, y es en la Universidad Popular que ellas crearon donde las mujeres de todos los tamaños y colores nos emocionamos con sus palabras y sus ejemplos en el marco del Programa Nacional "Juana Azurduy".

"Cuando viene el torbellino parece que una no puede hacer nada, y sin embargo todas podemos. Porque todas tenemos un cuerpo, porque muchas hemos parido, y eso nos ha dado fuerzas para pelear...", nos dice Hebe de Bonafini a ese conjunto de mujeres que pusimos el cuerpo frente a la ausencia del Estado en los años de 1990, que pusimos el cuerpo socializando la maternidad en los comedores y merenderos comunitarios, que pusimos el cuerpo creando redes de trueque para intercambiar solidariamente lo que cada una tenía en la crisis, que pusimos el cuerpo sacando las cacerolas de las cocinas a las calles del país, que pusimos el cuerpo para que nuestros hijos no se quedaran sin futuro... que pusimos el cuerpo como única arma. ¿Lo habremos aprendido de ellas?

Tal vez la fuerza centrífuga de las madres no sólo fue espacial, atravesando fronteras, sino también temporal, atravesando décadas. Y tal vez aprendimos con ellas a generar esa misma fuerza centrífuga con nuestros propios cuerpos. Somos esas miles y miles de mujeres las que hacemos el Programa Nacional de Fortalecimiento de Derechos y Participación de las Mujeres "Juana Azurduy", porque llegó la hora de entender que los derechos de las mujeres son derechos humanos.

El rol de las mujeres en la historia. De punta a punta, a lo largo y ancho del país, recuperamos como cuestión de estado el rol de las mujeres en la historia con la cátedra libre Juana Azurduy que se desarrolla en 15 provincias argentinas junto a la Universidad de las Madres y las universidades nacionales, sacando del anonimato a esa mitad invisible de la historia.

En 22 provincias argentinas realizamos talleres de capacitación sobre temas vinculados a la historia, la salud, la violencia, el trabajo o el cuidado de niños y niñas con perspectiva de género.

Desarrollamos numerosas y diversas actividades nacionales cuando desplegamos la campaña "8 de Marzo todos los días" en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, o la campaña "Fortalecer nuestros derechos es construir un futuro sin violencia" en el marco del Día Internacional de la no violencia hacia las mujeres.

De la misma manera, participaremos también de la campaña "Mujeres sanas, ciudadanas libres" que desplegaremos el próximo 28 de mayo al conmemorarse el Día Internacional por la Salud de las Mujeres.

Porque tenemos el gran desafío de cuidar nuestros cuerpos, muchas veces maltratados, descuidados y estereotipados. Creemos que cuidar nuestros cuerpos, es una tarea colectiva, una tarea de todas. Porque cuando pensamos en salud, en violencia, en historia, en trabajo, pensamos nuevamente en poner el cuerpo.

Y es con nuestro cuerpo en acción como única arma, generando esa fuerza centrífuga que aprendimos de ellas, con el que hacemos nuestro homenaje a los 30 años de la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo, con la seguridad de que la lucha de sus hijos e hijas no fue en vano y que sus sueños florecen cada día.

© La Voz del Interior