jueves, 31 de mayo de 2007

Villa Valeria: No los mató el fuego sino la exclusión

Por Horacio López (*)
Tarde, trágicamente tarde. Así llegó el Estado argentino a Villa Valeria para impedir la tragedia de las familias incendiadas en el viejo vagón de un tren, en aquel enclave sojero del sur de Córdoba. No podríamos decir que allí vivía un grupo de personas. Corresponde decir que allí “sobremorían” estos jóvenes changarines, con sus pequeñas criaturas, hasta que el incendio los expulsó para siempre de este mundo.
Pero ellos ya estaban expulsados de mucho antes. Antes del frío y del fuego, los había echado la exclusión, la desigualdad y la insensibilidad de una Argentina que no termina de saldar sus deudas más miserables con sus propios hijos. La siniestra deuda que congela más que las bajas temperaturas y que incinera peor que un incendio asesino: la deuda de la injusticia ética, social y moral.
Esta “pobre gente pobre” que murió rodeada de la riqueza de la pampa. En un pueblo que tiene intendente, seis concejales, está rodeado de ricos campos pero que le faltan casas. Mejor dicho, plan de vivienda que albergue a los sin techo, a los desposeídos crónicos de sus derechos básicos.
Ya está. Murieron ocho argentinitos y dentro de dos días ya nadie los recordará en la republica mediática de los Tinelli, Gran Hermano y las elecciones porteñas. El Gobernador De la Sota dijo que la tragedia enluta a la provincia y al país.
El Intendente del pueblo dijo que estaba consternado. ¿Llegará el día en que un funcionario diga estoy avergonzado y se vaya a su casa? ¿Nadie vio a esas familias padecer como sub personas durante un año?
¿Cuántas Villas Valeria más tendremos los argentinos? Ojala que ninguna más. Pero éstá es la metáfora trágica de la Argentina excluyente. Qué tarde que llegaste, Estado. Apenas para ofrecer ocho ataúdes. Que tarde que llegaste, la puta madre.
(*) Periodista independiente e indignado.
Fotografía La Voz del Interior.