Nadie en su sano juicio puede pretender que este mísero descuento puede cubrir mínimamente los problemas y pérdidas ocasionados por la negligencia de la prestataria del servicio de agua. Los días sin clase de varios colegios del sector, la caída en las ventas de comerciantes, el cierre de varios negocios del rubro gastronómico y los lógicos problemas ocasionados a los vecinos que se vieron privados por bastante tiempo de agua no se pueden “pagar” con $1 o $1,50.
Pero esta burla a la que nos somete Aguas Cordobesas no es la primera. Esta vez a sido especialmente notoria porque ha afectado a un amplio sector cercano al centro de la ciudad, pero convengamos que son bastante frecuentes cortes más pequeños (pero igualmente calamitosos para los vecinos afectados) en barrios más alejados y humildes. Por otra parte en este hecho en particular se hizo evidente la falta de mantenimiento de las redes, el ejemplo de las válvulas que, debido a su deterioro, no podían cerrarse es solo una muestra. Por supuesto y como parte de la improvisación evidente, los camiones tanque que debió poner inmediatamente la empresa al reconocer la magnitud del daño, tardaron más de 24 horas en aparecer en el barrio en la cantidad suficiente como para dar alguna respuesta –mínima- a los damnificados
Sabemos que el agua en Córdoba es un gran negocio y no un derecho. Pero este negocio es sostenido por los ingentes subsidios que el estado provincial ha decidido traspasar de sus arcas a los bolsillos de la actual prestataria, en el marco de una ley votada en la Legislatura Provincial a los apurones y a escopetazo limpio para la gente que reclamaba un debate más profundo sobre el tema.
De más está decir, que el estado cordobés (socio capitalista principal del negocio del agua) estuvo absolutamente ausente del problema. No realizó reclamo alguno ante la empresa, no hay en vistas multa o admonición. Aquellos que orgullosamente encabezaron la negociación con los franceses y después con Roggio, ayer miraron para otro lado y se fueron silbando bajito y de campaña. Nada dijo Schiaretti, menos opinó De la Sota. Una vez más se lavaron las manos y dejaron su presente griego para que los vecinos se arreglaran como pudieran.
